La polarización del mercado laboral en España (1/3)

El debate sobre el empleo en España se basa tradicionalmente en la evaluación de los cambios de la población activa en cantidades agregadas. Sin embargo, hay otras dinámicas estructurales que son menos evidentes y que se deben fundamentalmente a la selección natural provocada por procesos a nivel global (como la tecnología, la globalización y el marco institucional) que aumentan o disminuyen la importancia relativa de algunas ocupaciones en detrimento de otras.

Preámbulo

La polarización del empleo es una manifestación reciente del cambio estructural que están sufriendo los mercados de trabajo en varios países. En un mercado laboral polarizado la demanda de trabajadores de nivel medio decrece (por ejemplo, los auxiliares administrativos o los operarios) mientras que las ocupaciones situadas en los extremos opuestos de la distribución salarial crecen, es decir el empleo de alta cualificación (profesionales y directivos) y de baja cualificación (personal asistencial o de la limpieza). A pesar de haber adquirido mayor relevancia en años recientes, este fenómeno hace referencia a cambios estructurales que han estado aconteciendo desde finales de los años 80 y principios de los 90.[1] El debate actual se centra principalmente sobre las consecuencias que la polarización conlleva sobre la calidad del empleo, la relación entre el nivel educativo y el trabajo, la distribución de oportunidades y, más recientemente, sobre la capacidad de la sociedad para disponer de trabajadores que cuenten con las habilidades y competencias suficientes para adaptarse a los entornos y circunstancias que cambian rápidamente.

Esta es la primera de una miniseries de contribuciones sobre los cambios en la estructura de empleo de 50 provincias españolas[2] durante el periodo 1981-2011.[3]

¿Existe polarización en el mercado laboral español?

En una primera mirada a la distribución sociodemográfica de la población española, la Tabla 1 muestra un incremento del nivel educativo de la población, pasando de un 12% de la población con estudios terciarios en 1981 a casi un 29% en 2011, siendo el género femenino el que más crecimiento ha exhibido. Del mismo modo, la población sin estudios se ha reducido a casi la mitad. En este caso, es en el sector masculino donde el decrecimiento ha sido más notable. La formación profesional constituye el nivel educativo que menos crecimiento positivo ha experimentado, pasando de aproximadamente un 10% en 1991 a un 20% en 2011.

Fijándonos ahora en la demanda de trabajo, se observan diferencias entre géneros y tipo de jornada laboral. En general, la participación laboral es más elevada entre los trabajadores con nivel de educación más bajo aunque la brecha con los que tienen educación superior ha ido disminuyendo. La clara tendencia negativa entre los hombres que carecen de estudios universitarios contrasta con el incremento de la participación laboral femenina a lo largo de las tres décadas (Fig. 1).

Para captar el cambio estructural del mercado laboral[4] analizamos la evolución de tres clases de ocupaciones:

  • “Manuales” de baja cualificación (servicios), ej. limpiadores, camareros, o conductores de autobús o de camión
  • “Rutinarias” de nivel medio, como oficinistas y operarios y
  • “Abstractas” de alta cualificación, como gerentes, profesionales o técnicos.[5]

La Figura 2 ilustra el cambio en la demanda de empleo de cada una de estas categorías ocupacionales en España entre 1981 y 2011. Al igual que se ha observado en otros países, el mercado laboral español ha desarrollado las características de una polarización en el empleo: entre 1981 y 2011 la demanda de trabajos más rutinarios ha crecido un 5.1%, por debajo de otras ocupaciones manuales de baja cualificación (40.9%) o de aquellos trabajadores altamente cualificados involucrados en actividades con carácter cognitivo y abstracto (57.3%). Mirando en detalle esta evolución, entre 1981 y 1991 no hay rasgos de polarización ya que el cambio de demanda de empleo es ligeramente negativo entre ocupaciones de bajo nivel (Manuales) y progresivamente creciente entre ocupaciones que requieren niveles de cualificación más elevado (Rutinarias y Abstractas). Esta tendencia cambia a partir de los años noventa, coincidiendo con  la reducción de la demanda de trabajo para las ocupaciones rutinarias. Además, la demanda de trabajadores en ocupaciones de alto nivel ha sido sistemáticamente elevada durante todo el periodo. Por último, el crecimiento del empleo en ocupaciones manuales/de servicios se disparó en los noventa y se mantuvo por encima de las ocupaciones rutinarias a lo largo de la última década.

Desglosando estos patrones en más detalle en la Tabla 2 se observa que el mayor incremento se ha producido entre ocupaciones de alta cualificación como gerentes (+76%) y profesionales (+71%). Por otro lado, el crecimiento de la demanda ha sido bastante más bajo para ocupaciones que implican la ejecución de tareas o bien “rutinarias manuales” –por ejemplo, trabajadores de la agricultura (+2%), de la construcción y del transporte (+9%) o de la producción (+16%)– o bien “rutinarias cognitivas” – por ejemplo personal administrativo (+20%). El bajo crecimiento entre estas categorías de empleados destaca en comparación con la aceleración de demanda (+41%) de trabajos en actividades que no requieren alta cualificación como limpieza, servicios personales o servicios de protección y seguridad.

Diferenciando entre géneros y nivel educativo (Figura 3) se observa que la demanda de trabajo para los hombres se ha incrementado en un 15% y un 44% en las ocupaciones manuales y abstractas respectivamente, mientras que ha disminuido en las ocupaciones rutinarias (-2%). El sector femenino se ha visto afectado de manera diferente en el sentido que se observa un crecimiento, en mayor o menor medida, en todas las ocupaciones y en todas las décadas. Sin llegar a alcanzar los valores negativos del caso masculino, el menor incremento en todo el período se ha producido en las ocupaciones de nivel medio con un 31%. Atendiendo al nivel educativo y distinguiendo entre la población con estudios terciarios y aquellos con niveles inferiores, el mercado de trabajo ha favorecido a los individuos con formación universitaria, aunque el crecimiento ha sido más intenso en ocupaciones de nivel medio-bajo (con un crecimiento del 129% y del 82% en actividades manuales y rutinarias respectivamente).

En conclusión, además del discurso recurrente que centra los debates en las altas tasas de desempleo que soporta España en los últimos años, resulta no menos importante hacer frente a las transformaciones de la estructura ocupacional que ha sufrido en las últimas décadas, así como las consecuencias que esto conlleva. España, al igual que otros países más avanzados, ha experimentado un efecto de polarización en el empleo con un incremento de las ocupaciones que requieren la más alta y baja cualificación respectivamente, lo que contrasta con un crecimiento inferior de trabajos de nivel medio.

Como se verá en las siguientes contribucciones al blog, el crecimiento del empleo en trabajos de baja cualificación ha sido mayor en las provincias que han experimentado mayores niveles de declive en la industria manufacturera. Estos patrones merecen una atención especial porque marcan una trayectoria en la evolución del mercado laboral que presenta ciertas peculiaridades a nivel local.

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Una versión más extendida del tema tratado en la presente contribución está disponible en la Series "Papers in Evolutionary Economic Geography", Documento WP#16.28

Disclaimer:
The views expressed are purely those of the author and may not in any circumstances be regarded as stating an official position of the European Commission.



[1] Para un resumen del debate véase: Autor, D. H. 2015. Why Are There Still So Many Jobs? The History and Future of Workplace Automation. Sobre el debate en el ámbito de policy: European Foundation for the Improvement of Living and Working Conditions (Eurofound) 2015. Upgrading or polarisation? Long-term and global shifts in the employment structure.

[2] Se excluyen las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla debido a sus peculiares características.

[3] La principal fuente de información utilizada es el Censo de Población y Viviendas (Censo) decanal desde donde se ha extraído y agregado la información de los individuos a nivel provincial. Aunque la Fuente original de información de la encuesta es el Instituto Nacional de Estadística, los datos del Censo de 1981 han sido proporcionados por iPUMS. Más información en: https://www.ipums.org/.

[4] Basándonos en la información proporcionada por el Censo, se han seleccionado los trabajadores a media jornada y jornada completa dentro del sector privado y se ha asignado cada trabajador a la provincia en función del lugar de residencia. Para la reagrupación de las ocupaciones se ha usado como referencia los valores del CNO de 1991. Los códigos excluidos como “sector público” han sido: 91 en 1981, 27 en 1991, 80 en 2001 y 84 en 2011. Se ha utilizado el factor de ponderación propuesto por el INE en cada año. Dado que el Censo de 1991 no incluye ningún factor de ponderación, se ha aplicado un factor igual a 20 para cada individuo siguiendo la versión de la misma base de datos de iPUMS para este año específico.

[5] Estas categorías se han identificado utilizando la literatura como referencia. Véase: Autor, D.H. 2015 (óp. cit.)