De 03/07/2017 hasta 07/07/2017
IV Congreso Iberoamericano de Filosofía de la Ciencia y la Tecnología
Tanto desde el ámbito académico como desde los poderes públicos se propugna que una mayor permeabilidad entre ciencia y sociedad es hoy un objetivo deseable e incluso irrenunciable. De hecho, prestando atención a la demanda de los gestores del sector público y de los responsables de las políticas científicas, hoy podría decirse que se ha abierto paso un nuevo paradigma: el de que la ciencia debe hacerse con y para la sociedad. Así se declara, por ejemplo, en el programa de la Comisión Europea Horizonte 2020.
Hasta el momento, las fuentes principales para el análisis del interés, conocimiento y actitudes del público hacia la ciencia han sido los cuestionarios. Esto queda evidenciado al poner atención en los artículos más fundamentales de la revista Public Understanding of Science (Bauer y Howard, 2013) –y publicaciones análogas-. Sin embargo, algunos autores afirman que las medidas del nivel actitudinal, y especialmente su relación con el conocimiento, son difusas o débiles y necesitan más pruebas estadísticas (Pardo y Calvo, 2002). Otros señalan que podemos estar malinterpretando los resultados de las encuestas y que hay otras formas de medir la información (Irwin & Wynne, 1996; Bauer, Petkova & Boyadjieva, 2000).
Por otro lado, prestando atención al potencial de las nuevas tecnologías a la hora de conectar e intercambiar ideas, es evidente que vivimos, más que nunca, en una sociedad red (Castells, 2001) en la que los individuos pertenecen a comunidades virtuales que se sustentan en una arquitectura de participación (O'Reilly, 2007). En este sentido, la práctica de la comunicación está cambiando de las viejas nociones de "transmisión de información" a una forma de diálogo interactivo del tipo “contribuir e interactuar”. Como consecuencia de ello, la ciencia y la sociedad se alimentan mutuamente de una manera multidireccional y multicéntrica, por lo que pueden ser representadas como una topología de red (Alonso, 2008).
Hasta el momento, las fuentes principales para el análisis del interés, conocimiento y actitudes del público hacia la ciencia han sido los cuestionarios. Esto queda evidenciado al poner atención en los artículos más fundamentales de la revista Public Understanding of Science (Bauer y Howard, 2013) –y publicaciones análogas-. Sin embargo, algunos autores afirman que las medidas del nivel actitudinal, y especialmente su relación con el conocimiento, son difusas o débiles y necesitan más pruebas estadísticas (Pardo y Calvo, 2002). Otros señalan que podemos estar malinterpretando los resultados de las encuestas y que hay otras formas de medir la información (Irwin & Wynne, 1996; Bauer, Petkova & Boyadjieva, 2000).
Por otro lado, prestando atención al potencial de las nuevas tecnologías a la hora de conectar e intercambiar ideas, es evidente que vivimos, más que nunca, en una sociedad red (Castells, 2001) en la que los individuos pertenecen a comunidades virtuales que se sustentan en una arquitectura de participación (O'Reilly, 2007). En este sentido, la práctica de la comunicación está cambiando de las viejas nociones de "transmisión de información" a una forma de diálogo interactivo del tipo “contribuir e interactuar”. Como consecuencia de ello, la ciencia y la sociedad se alimentan mutuamente de una manera multidireccional y multicéntrica, por lo que pueden ser representadas como una topología de red (Alonso, 2008).
Salamanca (España)
Elena Denia Navarro